Iglesia y Juventud

sábado, 17 de mayo de 2008 El CoRO SaNO , , , ,




El reto mas dramático para el liderazgo de la iglesia cristiana es descifrar los gustos y necesidades de las nuevas generaciones. En ese orden de ideas, la música debería ser prioritaria. Veamos:

Este arte ha producido estragos en la juventud sin ninguna duda. Lo que comenzó con Elvis Presley llegó a su punto culminante cuando los Beatles entraron en contacto con un famoso gurú y rompieron todas las pautas occidentales de comportamiento. Ahora bien, en materia de música popular, el finalizado siglo XX estuvo signado en Latinoamérica por el tango y la canción ranchera hasta la Segunda Guerra Mundial.

En la postguerra tomó fuerza el bolero; a mitad de centuria se produce la insurgencia continental del rock que da origen a la llamada nueva ola, originalmente hispana; en los 60’s desaparecen del todo las fronteras y la cultura Beatle se impone artificialmente sobre la vernácula hasta nuestros días, cuando toda la música popular es una mezcla.
Frente a este fenómeno, la Iglesia Evangélica cometió el error de satanizar los ritmos modernos por el hecho de serlo, confundiendo el continente con el contenido.

El esencialismo dice que lo bueno o malo no es el estilo musical, sino el mensaje; y, por eso, hay rock cristiano, pop cristiano, rap cristiano, etc. pese a las condenas de falsos fundamentalistas que obligan a los jóvenes a buscar canales para su natural energía por fuera de una iglesia que los rechaza por razones artísticas. ¿Será válida tal postura en plena postmodernidad?


Es absurdo envejecer a los jóvenes, como algunos pretenden. Hay iglesias en las cuales las nuevas generaciones son metidas en camisas de fuerza, bajo la pretensión dictatorial y preterizante de que actúen como lo hacen sus mayores. Convendría a quienes cometen tal arbitrariedad repasar las Sagradas Escrituras:

¡Alégrate, joven, en tu juventud; deja que tu corazón disfrute de la adolescencia. Sigue los impulsos de tu corazón y responde al estímulo de tus ojos, pero toma en cuenta que Dios te juzgará por todo esto. Aleja de tu corazón el enojo, y echa fuera de tu ser la maldad, porque confiar en la juventud y en la flor de la vida es un absurdo.
Eclesiastés 11:9-10.

Escrito por: Darío Silva-Silva

Tomado de: http://www.especialidadesjuveniles.com/

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