Esta mañana de camino al trabajo, tuve una sensación de optimismo y poder, del poder de influir en mi destino. Me sentí conciente del poder de mis emociones en mi carácter y en mis actuaciones. Pienso que como profesional (o casi profesional), como ser humano tenemos una imagen que vender, una imagen que mercadear, las emociones también influyen bastante ahí. Ser capaces de controlarlas, nos ayudara a proyectarnos de una mejor manera, a tomar el tiempo para pensar y tomar mejores dediciones. Combinar el racionalismo y las emociones nos acercaran más al éxito en todas las áreas de nuestra vida.
Trabajar en esto en realidad cautiva mucho mi atención, estudiar la inteligencia emocional y tratar de ponerla en práctica, para lograr a si alcanzar niveles más altos. Pero sin duda alguna, lo que causa más entusiasmo en mí, lo que me apasiona más de este tema es reconocer que Dios tiene iguales emociones. La Biblia dice que este nos creo a su imagen y semejanza lo cual nos indica que al igual que nosotros Dios tiene emociones pero estas no rigen sus dediciones. La mayor parte del tiempo lo imaginamos serio y carente de emociones pero muchos versos bíblicos nos muestran que el se ríe, se enoja, se goza, etc.
Al estudiar la Inteligencia emocional nos damos cuenta que esto es mas profundo de lo que pensamos, al igual que el raciocinio nuestras emociones están en nuestro cerebro. Según LeDoux, el cerebro dispone de dos sistemas de registro, uno para los hechos ordinarios y otro para los recuerdos con una intensa carga emocional. Todo va mas allá de aparentes emociones, es ciencia, y comprenderla nos podría ayudar a tener mejor calidad de vida como entes con inteligencia emocional.
Las características de la llamada inteligencia emocional son: la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de empatizar y confiar en los demás.
«Los hombres que poseen una elevada inteligencia emocional suelen ser socialmente equilibrados, extrovertidos, alegres, poco predispuestos a la timidez y a rumiar sus preocupaciones. Demuestran estar dotados de una notable capacidad para comprometerse con las causas y las personas, suelen adoptar responsabilidades, mantienen una visión ética de la vida y son afables y cariñosos en sus relaciones. Su vida emocional es rica y apropiada; se sienten, en suma, a gusto consigo mismos, con sus semejantes y con el universo social en el que viven».
«Las mujeres emocionalmente inteligentes tienden a ser enérgicas y a expresar sus sentimientos sin ambages, tienen una visión positiva de sí mismas y para ellas la vida siempre tiene un sentido. Al igual que ocurre con los hombres, suelen ser abiertas y sociables, expresan sus sentimientos adecuadamente (en lugar de entregarse a arranques emocionales de los que posteriormente tengan que lamentarse) y soportan bien la tensión. Su equilibrio social les permite hacer rápidamente nuevas amistades; se sienten lo bastante a gusto consigo mismas como para mostrarse alegres, espontáneas y abiertas a las experiencias sensuales. Y, a diferencia de lo que ocurre con el tipo puro de mujer con un elevado CI, raramente se sienten ansiosas, culpables o se ahogan en sus preocupaciones».
Jennesis Fortuna, Fundación Luz Verde
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«Los hombres con un elevado CI se caracterizan por una amplia gama de intereses y habilidades intelectuales y suelen ser ambiciosos, productivos, predecibles, tenaces y poco dados a reparar en sus propias necesidades. Tienden a ser críticos, condescendientes, aprensivos, inhibidos, a sentirse incómodos con la sexualidad y las experiencias sensoriales en general y son poco expresivos, distantes y emocionalmente fríos y tranquilos».
«La mujer con un elevado CI manifiesta una previsible confianza intelectual, es capaz de expresar claramente sus pensamientos, valora las cuestiones teóricas y presenta un amplio abanico de intereses estéticos e intelectuales. También tiende a ser introspectiva, predispuesta a la ansiedad, a la preocupación y la culpabilidad, y se muestra poco dispuesta a expresar públicamente su enfado (aunque pueda expresarlo de un modo indirecto)».
Descubrí que en realidad no tengo esa inteligencia emocional, lo que me motiva a trabajar en eso, es decir seria súper divertido y un gran reto poder frenar mis emociones de cuando en vez y trabajar no solo con emociones, sino también con raciocinio.
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